Al volver al campamento la decepción en mi rostro era evidente, no haber conseguido matar a la bestia y tener que repetir mi kashta era uno de los peores motivos de deshonra para un katox.
Tret fue el primero en recibirme, mas atrás el druida observaba sin mencionar palabra y su rostro reflejaba tristeza y decepción, quiza ya supieran de mi derrota en el kashta.
-Como te encuentras Ndars.
-Estoy bien Tret no te preocupes- dije sin levantar la mirada hacÃa él ya que sabrÃa lo que me esperaba, una sonrisa burlona por no haber conseguido el cometido. Sentir su mano en mi hombro fue extraño pero mas extraño fue levantar la mirada y observar en su cara una expresión de sosiego -Te dije que estoy bien! Lo intentaré de nuevo el año próximo!- dije con un poco de irá en mi tono.
-No es eso Ndars- dice Tret y esta vez es él quien no cruza mirada conmigo -Es tu padre, ha muerto.
Sus palabras hicieron eco en mi mente y sentà que mi pecho se encogÃa, no fuà capaz de responder.
-Lo siento Ndars, sucedió 3 horas y media después de tu partida al bosque, nos encontrábamos todos sentados esperando junto a la hoguera y de pronto se desplomó, aún no sabemos que sucedió pero el druida dice que es un mal presagio.
En ese momento miré al druida quien me miraba escudriñandome de pies a cabeza como si de un fantasma se tratase.
-¡Tú!- dijo este mientras me señalaba con su mano derecha -¡Has sido tú! ¡Tú lo has hecho! ¡tú lo has matado!.
Sus ojos desorbitados igualaban a los de un Romyo mientras está siendo degollado. En ese instante un miembro de la aldea lo tomó del brazo y con un gesto de amabilidad lo apartó del lugar hacÃa su tienda. Tret negaba con la cabeza en gesto decepcionante.
-Pobre druida- dijo Tret -Era gran amigo de tu padre, le tenÃa gran aprecio, parece que perdió la cordura.
Yo aún no abrÃa la boca desde que Tret me habÃa dado la noticia, seguia pensando en el espectro que me atacó en el bosque la noche anterior, ¿habrá sido eso quien atacara a mi padre?, ¿era posible que nadie más lo viera atacarlo?, tenÃa tantas preguntas, tantas dudas de lo sucedido en las últimas horas, pero solo una cosa era segura, sea lo que fuera que haya matado a mi padre, no era de este mundo.
Decidà irme a mi tienda a llorar mi partida en privado y a pensar que harÃa a continuación, de pronto mis sentidos de peligro se pusieron alerta, alguien me observaba desde la distancia.