Aparto la vista con brusquedad intentando en vano apaciguar los recuerdos. Fijo mi vista en el oscuro cielo mientras logro calmar mis sollozos dando un profundo suspiro, apresuro el paso dirigiéndome a mi destino con rotunda decisión.
No logro ver el gran vacÃo que me espera hasta llegar al centro de esta inmensa estructura en la cual lo único que me acompaña es el sonido y humo de los cientos de autos que allà transitan.
Subo un pié a la baranda de seguridad que me separa de lo que anhelo; olvidar. Al subir siento como el viento me acaricia el rostro y calma mis temores.
- No lo hagas por favor- alcanzo a escucharla, es su voz; cariñosa y distante.
Vuelvo mi rostro a sus palabras; no hay nadie. Me dejo caer en la penumbra.
En éste momento mi cabeza se aclara y mi cuerpo se calma. Siento pesados mis párpados y doy paso libre a interminables pesadillas.